Una de las amplias definiciones de la empatía que podemos encontrar en el diccionario es “la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo.”
La empatía es ponernos en el lugar de los demás, aunque desde el punto de vista psicólogo no significa que demos por aceptado – pero sí asimilado – desde nuestra opinión la forma en cómo el individuo toma sus propias decisiones. Encontramos en ella que desde el respecto, podemos lograr entender la situación por la que atraviesa ese ser humano.
Y bajo esa premisa, la empatía nos invita a ponernos en el lugar de los demás como lo vemos en la popular frase de “no hagas a los demás lo que no te gustaría te hicieran a ti” y que la encontramos también en Mateo 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
El colocarnos en una misma posición nos hace llenarnos de amor al prójimo y pasar a la acción que es el siguiente nivel. Sí somos llamados a misericordia, encontraremos las maneras más adecuadas de poder contribuir en aligerar la carga que lleva la persona que tenemos enfrente (Mateo 22:39, Romanos 12:15).
Poniéndonos en el lugar de los demás, nos encontramos a nosotros mismos. Por las diversas circunstancias de la vida, nuestros corazones tienden a crear una coraza para protegerlo del dolor, la desilusión; pero, en ese resguardo también se quedan ocultas nuestras posibilidades de sentir nuestra humanidad en su máxima expresión (1 Corintios 12:26).
En las dificultades encontramos el valor incalculable que tienen las cosas realmente importantes. Aunque el proceso sea difícil dejemos ese espacio para sentir la empatía y todas esas emociones que nos recuerdan que estamos aquí para apoyarnos los unos con otros.
En el lugar de los demás, vemos como los milagros ocurren; porque nos volvemos activos en la construcción de ellos. En medio de nuestras necesidades, siempre existirá a través de una oración, de un silencio, de un abrazo, de una mano amiga, o de un consuelo, una palabra de aliento y una ayuda brindada con amor (1 Pedro 3:8).
En el lugar de los demás, es la perfecta oportunidad para hacer las paces con nosotros mismos. Es la manera de replantearnos tantas situaciones, decisiones y puntos de vista; lo que sin duda nos ayuda a recordar lo que por los afanes del día a día a veces se nos olvida.
Así que con esa misericordia, compasión, empatía o como más te guste llamarle; sigamos practicando estar en el lugar de los demás ya que de esto el mundo necesita cada día.
Recuerda querido amigo escritor de tu vida, que en nuestras manos está el elegir si dejamos huellas o cicatrices.
¡Hasta la próxima!
In the place of others
One of the broad definitions of empathy that we can find in the dictionary is “the intention to understand feelings and emotions, trying to objectively and rationally experience what another individual feels.”
Empathy is putting ourselves in the place of others, although from a psychological point of view it does not mean that we take for granted – but assimilate – from our opinion the way in which the individual makes their own decisions. We find that from the respect, we can understand the situation that this human being is going through.
Under this premise, empathy invites us to put ourselves in the place of others, as we see in the popular phrase “do not do to others what you would not like to do to you” and that we also find in Matthew 7: 12 “All those things, then, which you would have men do to you, even so do you to them: because this is the law and the prophets.”
Placing ourselves in the same position makes us fill ourselves with love for our neighbor and take action, which is the next level. If we are called to mercy, we will find the most appropriate ways to contribute to lightening the load that the person in front of us carries (Matthew 22:39, Romans 12:15).
By putting ourselves in the shoes of others, we find ourselves. Due to the various circumstances of life, our hearts tend to create a shell to protect it from pain, disappointment, but in that shelter our possibilities of feeling our humanity in its maximum expression are also hidden (1 Corinthians 12:26).
In difficulties we find the incalculable value of really important things. Although the process is difficult, let us leave that space to feel empathy and all those emotions that remind us that we are here to support each other.
In the place of others, we see how miracles happen because we become active in building them. In the midst of our needs, it will always exist through a prayer, a silence, a hug, a helping hand, or a consolation, a word of encouragement and a help given with love (1 Peter 3: 8).
In the place of others, it is the perfect opportunity to make peace with ourselves. It is the way to rethink so many situations, decisions and points of view, which undoubtedly helps us to remember what we sometimes forget because of the toils of the day to day.
So with that mercy, compassion, empathy or whatever you like to call it, let’s keep practicing being in the place of others since the world needs this every day.
Remember dear writer friend of your life, that it is in our hands to choose whether to leave traces or scars.
Until next time!